Un monje decide meditar solo, lejos de su monasterio.
Rema con su bote al medio del lago, lo ancla allí, cierra los ojos y comienza su meditación.
Tras unas horas de silencio imperturbado, de repente nota el golpe de otro bote colisionando con el suyo. Con los ojos todavía cerrados, siente crecer el enfado, y se predispone a gritarle al barquero que osó interrumpir su meditación.
Pero cuando abre los ojos, lo que ve es un bote vacío que quizá fue a la deriva hasta el medio del lago.
En ese momento, el monje alcanza la realización y entiende que la rabia habita dentro de él: simplemente necesita del choque con un objeto externo para que salga afuera. En adelante, cuando se cruza con alguien que le irrita o le provoca rabia, se recuerda a sí mismo: “Esa persona es simplemente un bote vacío. La rabia está dentro de mi”
Osho da vida al mensaje de autorrealización de la enseñanza taoísta, atribuida al místico chino Chuang Tse, que cuenta con más de tres mil años de antigüedad. A través de esta parábola nos habla del estado de ausencia de ego, al que denomina "el bote vacío"; de la sabiduría de aquel que ha conocido en sí mismo ese estado de ser. "Si puedes vaciar tu propio bote cruzando el río del mundo, nadie se te opondrá, ni nadie buscará hacerte daño. El árbol recto es el primero en ser cortado, la fuente de agua clara es la primera en ser agotada." Si la gente sigue chocando y enfadándose contigo, recuerda: ellos no tienen la culpa; tu bote no está vacío. Se enfadan porque tú estás ahí. Si tu bote estuviera vacío, parecerían tontos; si se enfadaran, sería una estupidez. La gente se encoleriza porque estás demasiado presente, porque tienes demasiada substancia; eres tan sólido que ellos no pueden pasar. Y la vida está interrelacionada con todo. Si tú estás excesivamente presente, por todo habrá colisiones, ira, depresión, agresión, violencia. El conflicto continuará.
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