Cuando entramos a trabajar en un nuevo empleo, o nos integramos en un grupo de nuevos amigos, o conocemos a los familiares de la persona con la que vamos a prometernos en matrimonio, adoptamos, de forma automática, una actitud prudente y positiva. Escuchamos con atención, pensamos las palabras precisas antes de hablar, nos comportamos con cuidadosa exquisitez. En suma, disciplinamos nuestra actitud pues intuimos que va a ser crucial en la imagen que ofrezcamos de nosotros mismos.
En esos momentos, comprendemos que lo básico es la actitud a mantener (de respeto, por ejemplo), y sobre la misma se podrán edificar las aptitudes (por ejemplo: hacerse simpático). Las aptitudes
se construyen sobre los cimientos de las actitudes. ¿Pero a qué llamamos actitudes? ¿Qué son? Busquémosle acompañantes al término "actitud":
• Actitud...motivada.
• Actitud...concentrada.
• Actitud...relajada.
• Actitud...firme.
• Actitud...alegre.
• Actitud...ambigua.
• Actitud...segura.
Existen múltiples posibilidades, múltiples materiales para la actitud. Entre otras cosas, la actitud es motivación (o desmotivación), y es concentración (o dispersión, despiste), y es relajación
(o tensión), y es firmeza (o titubeo, debilidad), y es alegría (o tristeza), y es ambigüedad (o claridad), y es seguridad (o duda).
En las aptitudes de los demás se suele depositar la confianza. "Es listo", ‘podrá hacerlo', ‘ es capaz', ‘ha demostrado ser hábil'. La desconfianza y la decepción llegan por la vía de las
actitudes. ‘Ha perdido interés', ‘ va a lo suyo y punto', ‘es bueno, pero su soberbia le impide ser consciente de que aún debe seguir aprendiendo', ‘siempre es el más rápido, pero últimamente
mira a los demás por encima del hombro'.
Lentamente, desde la niñez a la edad adulta, pasando por la adolescencia y la juventud, sin ser muy conscientes de su importancia, vamos modelando nuestras actitudes. Sin embargo, en nuestra vida
diaria atendemos mucho más a las aptitudes, a las habilidades, a las capacidades, pensando que serán éstas las decisivas. Y a corto plazo, es muy posible que así sea.
Pero a medio y largo plazo, las que van a resultar fundamentales en nuestra relación con los demás, y con nosotros mismos, serán las actitudes. El control de las propias actitudes, y el
desarrollo de las positivas y la mejora de las negativas, debe ser objeto de atención. ¿No le parece?
Federico Gan, autor del libro 101 habilidades emocionales para vivir y trabajar mejor
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