Erase una vez la hija de un viejo hortelano que se quejaba constantemente sobre su vida y sobre lo difícil que le resultaba ir avanzando. Estaba cansada de luchar y no tenía ganas de nada; cuando un problema se solucionaba otro nuevo aparecía y eso le hacía resignarse y sentirse vencida.
La huella que deja nuestra actitud es la impronta que dejamos. En la situación que sea: entrevista de trabajo, captación de un cliente, en una red social, en un club de deporte, en una reunión social, en un networking,..., lo que primero mostramos, aún sin hablar, es esa forma de metacomunicación (más allá de las palabras) que ya exhala de nuestra postura y comportamiento. Una actitud abierta invita a acercamiento, a interés, a una inspiración de nuestras células hacia el contacto;...